sábado, 24 de diciembre de 2011

VIÊTNAM, CON “V” DE… (2)



… de VIVENCIAS. Dejé pendiente contar que durante mi paso por Vietnam he topado con algunos personajes curiosos que me han hecho, de una manera o de otra, cambiar algo mis planes. Un acierto en cada ocasión, sin duda.

… de VECINOS. Como David y Dani, “mañicos” de pura cepa pero trabajando en China desde hace años. El recorte también asomó por ese país y les dejó sin más yuanes pero con la excusa perfecta para poder viajar por Indochina. Nos conocimos en el autobús y amablemente me invitaron –atrás los mal pensados- a hacer de la pareja un trío por unos días. Eso sí, me malacostumbraron con las excelencias de este país. Y como no suelo despreciar los buenos lujos, no pusimos muchas pegas a cambiar albergue por hotel unos días, paseo por masaje o caminar por alquilar una moto con fecha de registro en números romanos por las serpenteantes carreteras de Sapa así como reservar una excursión privada en barco y kayak sorteando los islotes de Halong Bay, Patrimonio de la Humanidad. Gracias por ello.

… de VALIENTE. Como Thanh Nha, que a sus 38 años rezuma una vitalidad y una energía inevitablemente contagiosa. Tan solo equiparable a su hospitalidad y a una tenacidad que no deja de sorprenderte. No tuvo reparos en invitarme a cenar junto a su familia en un pequeño patio al que asomé la cabeza por casualidad confundiéndome con un restaurante. Resultó ser casi cierto pero aun andaban de obras y abrían al día siguiente. Agradecido por ser honrado como primer cliente, me transformé al día siguiente en ayudante local en el mercado y en su patio donde coincidí con su segunda hija, una tímida chiquilla de 11 años de piel canela y ojos escurridizos. La misma que Thanh Nha llevaba en su interior cuando se separó de su marido. La misma a la que ve solo un día al mes porque vive junto a su hermana en casa de su tía en un pueblo a una hora de camino. La misma por la que, seca de tanta lágrima, dejó ese pueblo, se fue a Hoi An y aprendió inglés en sus horas de sueño para poder ser camarera de un restaurante. La misma a la que quiere dar una vida mejor por lo que ha decidido emprender sola esta aventura del restaurante empeñando lo que tiene y lo que no. La misma a la que trata como a una reina mientras ella vive en un cuarto alquilado de 16m2 que se inunda cada temporada de lluvias, se asea en unos baños comunes y duerme con tres chicas más sobre una manta que cubre unas tablas apoyadas sobre ladrillos. La magia de Tania (que así se pronuncia su nombre) no es que hable de un restaurante donde en realidad hay un pretencioso chiringo, no es que llame jardín a lo que es un pelado patio junto a un solar de almacenaje de basura para reciclar ni tan siquiera que amplíe dos tristes fogones de leña, un mostrador y un minúsculo hornillo de gas al rango de cocina; el encanto de esta menuda mujer es que no deja de sonreír, de trabajar y, a pesar de la actividad, de ser hospitalaria. Es capaz de sacar tiempo para darle sentido a mi camiseta de cocinero y enseñarme a preparar noodles con pato mientras sigue con atención mi preparación de una tortilla española y una ensalada mediterránea que compartimos con unos sorprendidos clientes y luego dejarme cómodamente en el hotel en su moto bajo una cortina de agua. Triunfará.

… de VETERANO DE GUERRA. El Capitán Richard Harger tuvo la desdicha de pertenecer al Airborne Battlefield Command & Control Center durante 1965, una guerra racista de la que fue testigo y partícipe, irónicamente, junto a un compañero de misión de raza negra. A bordo de una nave C130, realizaba vuelos de reconocimiento previo a los bombardeos para confirmar o modificar objetivos en el norte de Vietnam y zonas de Laos y Camboya (las fronteras no son un obstáculo para USA, no duda en admitir Dick que así es como se presenta). Al año siguiente, destinado en Bismark, Alemania, no pudo contenerse más y empezó a dar rienda suelta a sus inquietudes internas, descubriendo los detalles de la barbarie de su país en Vietnam, buscando explicaciones y decidiendo resarcir su parte de culpa. Así empieza una historia que te camela ya no solo por su fondo sino por su forma. Porque este padre de 5 hijos deja desnudo el término contar; Dick narra. De curtido aspecto a lo Clint Eastwood, te embauca en su historia midiendo cada expresión corporal, da pausa a su relato para que paladees cada una de las palabras seleccionadas con precisión y deja que su ronca voz te dibuje escenarios increíbles y voraces. No contento con eso, Dick te mira a los ojos sin titubear cuando confiesa las terroríficas consecuencias del paso estadounidense por Vietnam, dejando en entredicho las versiones oficiales. Mirar a los ojos a este exmilitar de 76 años es trasladarte a esos episodios vergonzosos; su iris se hace transparente y su pupila se abre perdida en recuerdos que parece recrear y compartir contigo. Es desgarrador oírle contar como cuando, alarmado y apesadumbrado por un error en un bombardeo que mató a 100 civiles, su jefe le clavó como única respuesta y preocupación: “que esto no llegue a la prensa”. Tras su paso por una guerra en la que la munición usada por EE. UU. triplicó a la que usó en la II guerra mundial, intentó en vano hacer llegar a otras estancias la realidad en el Lejano Este. Una frustración que le llevó a dejar el ejército para hacerse profesor de psicología. Desde entonces colabora con organizaciones pacifistas para tratar de enmendar sus pecados. No minará sus intenciones recordarle que no fue él sino su país el que entró en la guerra y él solo cumplió órdenes. No lo vas a convencer. Habla de su país en primera persona pero no duda en añadir  “¿Quién puede controlar a una potencia como EE.UU y todas las atrocidades que todavía hace en Afganistan, Irak o Colombia?”. Ha visitado, desde entonces, 4 veces Vietnam con el sueño de publicar un libro sobre las verdades de una guerra que le ha marcado para siempre y que verá la luz, afirma con confianza, de una manera u otra.

Su historia no estaría completa sin Trâm, su ahijada de 26 años. Su relación supone la excepción de la regla a todas esas parejas de guapas jóvenes vietnamitas con ancianos extranjeros. En un binomio sano y franco, transparente y magnético, puro y libre. Trâm cuida de su “daddy” con un cariño y una atención superlativa que Dick compensa sufragando parte de sus gastos. Una atención que he tenido la fortuna de poder compartir también durante alguna comida, una excursión o una cerveza en los miles de bares de Saigon. Exponencial ejemplo de la hospitalidad vietnamita, Trâm hizo de guía y de traductora en más de una ocasión, regalo incalculable para el turista solitario. Cerrar la guía de viaje y compartir almuerzos con esta pareja tan insólita ha sido un acierto que siempre agradeceré. Un regalo al que Dick puso el lazo invitándonos al Museo de Recuerdos de Guerra de Ho Chi Minh. La presión yanqui logró hacer cambiar el nombre a este antiguo cuartel administrativo estadounidense si bien su antigua denominación –Museo de Crímenes de Guerra- es, sin género de duda, la más acorde a lo que aguarda dentro. Aun con marcado partidismo, las imágenes y los datos son desoladores; soldados paseando cabezas degolladas, civiles mutilados, mujeres esclavizadas, niños sacudidos por guerras químicas y bombardeos constantes componen un puzle teñido de sangre y huesos. Una vez más, la voz profunda de Dick parece dar vida a esas imágenes por si éstas no fuesen suficientemente reveladoras por sí mismas. Con la intencionada presencia de su ahijada vietnamita, cita concienzudamente a cada uno de los personajes protagonistas de ese conflicto, como aquel comandante que torturó y mató a decenas de personas en horas por puro placer o aquel otro alto cargo que ordenó apilar a los vietnamitas asesinados para retratarlos. Era su tarjeta de navidad para su familia ese año.

Dick pierde la mirada y hace una pausa entre episodio y episodio. Se disculpa. Este lugar aun lo envuelve y necesita recomponerse. Si impactantes son sus palabras, casi más lo son sus silencios. Las fotos lo pierden en recuerdos que sientes casi tuyos al verle quedarse absorto, como hipnotizado. Clava sus ojos delante de una foto de una matanza de civiles. Puedes leer en sus labios, secos, “Oh, my God. What have we done?” (¡Dios mío, ¿qué hemos hecho?). Y entonces te preguntas qué clase de animal es el hombre que es capaz de llegar a esto y, sin querer aprender, repetirlo. A la vez que alabas que haya personas con esa entrega y dedicación a una causa, sea la que sea, ocurra donde ocurra, ya sea cerca de casa o lejos. Probablemente, sean los dos extremos del ser humano; el bárbaro animal de caza y la persona entregada a los demás.

¡¡¡ A todos ellos: CÁ MÒN !!!



¡¡FELIZ NAVIDAD!!                      MERRY CHRISTMAS!!

lunes, 19 de diciembre de 2011

VIÊTNAM, CON “V” DE… (1)

de VERDE. No es solo un color, es casi un emblema. Vietnam, desde que abre sus puertas -ya sea desde China, Camboya o Laos- se presenta amable y acogedoramente verde. Selvas o parques urbanos, arrozales o  arcenes, playas o palacetes, montañas o deltas. La vegetación decorará tus paisajes viajando por Vietnam, protegerá las tumbas imperiales de Hué, camuflará los sembrados de Sapa, vestirá las casas coloniales de Hoi An, coloreará los islotes de Halong Bay, dará intimidad a las vírgenes playas del sureste, te escoltará por las aguas del Delta del Mekong, purificará avenidas de Hanoi o Ho Chi Minh, guiará los trenes que cruzan el país, teñirá los estanques y hasta adornará los ricos guisos vietnamitas.

… de VENCEDORES, pero abatidos. La gente o etnia (Viêt) del sur (Nam) dan fundamento al término “heroico”. Durante el siglo XX, potencias como Francia, China o EE.UU., vecinos como Camboya, revueltas militares internas y hasta aliados traidores como Japón han claudicado ante el fervor y la tenacidad vietnamita que ha defendido hasta la extenuación territorio, independencia y unificación. Sin embargo, el precio a pagar ha sido alto. Muy alto. Si bien las áreas más pobladas aparentan normalidad, las zonas de interior aun están muy atrasadas, el nivel de vida aun es bajo, hay muchos excombatientes mendigando en las grandes capitales, los bebes todavía tienen que sortear los últimos coletazos del repugnante nafta yanqui y los caminos, todavía hoy, son oscuras trampas que cada año amputan decenas de piernas. Aun así, el pobre, el amputado o el minusválido te sonreirán y te darán la bienvenida. Podrán destruir su Palacio Nacional, pero lo reconstruirán de nuevo y lo llamarán Palacio de la Independencia. Y vendrán y pisotearán una vez más el edificio y su nombre pero el pueblo volverá a levantarlo y rebautizarlo como Palacio de la Reunificación. Y, con sus puertas abiertas, volverán a sonreír al turista y a aceptar las influencias foráneas.

… de VENDEDORES. Miles de años como comerciantes se dejan sentir en cada esquina. Las agencias de viajes se amontonan literalmente en las principales calles de cada punto señalado en las guías de turismo; los comerciales de hoteles y restaurantes abanican sus tarjetas para recibir a los autobuses y trenes de turistas; los carritos ambulantes de comida rápida y las cestas de fruta compiten victoriosos con restaurantes y franquicias; los minibuses juegan persuasivamente al tetris con los pasajeros y asientos consiguiendo que los primeros doblen ampliamente en número a los segundos; la venta se transforma en eterna pero amable escolta por las aldeas junto a Sapa; los conductores de mototaxis se activan y se ofrecen a tu paso como si tuviesen un misterioso sensor;  detrás de una ordenada pila de libros, guías de viaje y videos aparece una sonriente vendedora; las chicas acercan sus encantos en los bares a aquellos solitarios por unas cuantas copas (en ocasiones confundiéndose hábilmente como solteras sin ánimo de lucro y a veces tristemente manoseadas sin más); una asombrosa ingeniería casera transforma bicis y motos en discotecas y cocinas con ruedas; las rutas de los autobuses son flexibles si hay solicitantes de destinos cercanos al oficial; las madammes se pasean en moto de turista en turista ofreciendo sus chicas y el regateo es el idioma común. Además, las ofertas suelen ser variadas; es fácil obtener un tique de avión de un hotel, marihuana de un vendedor de gafas de sol o chicas de un mototaxista. Es más, lo más vagos lo tienen aquí fácil; el conductor del taxi que te lleva a la estación de autobuses telefoneará mientras a su amigo en uno de los buses que van a tu destino que, a su vez, te dejará amablemente un poco antes del destino donde, casualmente, unas taxiscooter te llevarán a tu hotel no sin que antes se acerque algún “consejero” de hotel alternativo o de excursiones fantásticas. Pero casi todos, y aquí está el encanto de Vietnam, con simpatía tanto si compras como si no.

… de VESPINOS y similares. Son los dueños de la calle y de la acera. Dicen que superan el millón y medio solo en Hanoi y no le van a la zaga en Ho Chi Minh (antigua Saigon). Son contados los semáforos que se respetan en las calles, pero dar con alguno en rojo es todo un espectáculo; es como una tela de araña que atrapa por segundos a decenas de mosquitos que no paran de zumbar hasta ponerse en verde. Algunos intentan escapar antes, se hacen dueños de las aceras y testimoniales pasos de peatones y reorientan su rumbo. Sortearlos supone un entretenimiento divertido y con su punto de aliciente. Debes dejarte ir sin sobresaltos y “disfrutar” de sus pitidos y sus eslálons con los turistas (ver el video en Flickr). A la vez, son el medio de transporte más eficaz (Xe Om) en Asia en general y en Vietnam en particular. Se convierte en habitual ver padres y sus hijos compartir el mismo vehículo. Y parece que solo hace falta un casco extra para convertirse en taxista por un dólar o dos. Da derecho a tu traslado, el de la mochila, el de las bolsas de la compra y lo que aproveche el piloto para llevar a otro destino. Ni que decir tiene, la lluvia no los detiene; todos llevan un chubasquero doble cual capucha que sirve además, para lavar el vehículo. En su versión más creativa, son también soporte de puestos de artesanías y música, cocinas, neveras y refrigerios ambulantes o, simplemente, cómodos asientos donde descansar y ver la vida pasar.

… de VIVIR en la calle. ¿Quién dijo restaurantes? En Hanoi, Saigon y otras ciudades no tienes que buscar restaurantes. Te topas enseguida con improvisados fuegos de leña o de carbón donde te cocinarán esos peces (no confundir con pescados) y mariscos que ves moverse en la mesas de al lado. Por pocos dólares te das tu buena mariscada y otras exquisiteces. Se alcanza el nivel adecuado a las pequeñas mesitas de 60 cm de altura de la forma más sencilla; sentado en taburetes y sillas que si acaso levantan 30 cm del suelo. Las copas no difieren; dos metros más adelante, justo tras pasar el puesto de la fruta, te puedes sentar y disfrutar de unas pipas y un mojito recién exprimido para la ocasión. Allí mismo puedes hacer la compra del tabaco, la maría o los souvenirs que te ofrecen si es que pasas de masajes sin y con “happy ending”.

… de VIVENCIAS. Pero eso tendrá que esperar unos días…

Tips:

¿Qué vi? = Sapa y alrededores, Halong Bai, Hanoi, Hué y tumbas imperiales, Hoi An, Saigon (Ho Chi Minh), Delta del Mekong
¿Dónde dormí? = Hoteles medianos al principio y más sencillos luego. Tren cama.
¿Qué comí? = Distintas sopas y caldos, rollos de primavera vietnamitas, noodles con pato, soup bâ cua, mariscos en la calle y demás desconocidos.
¿A quién vi? = Luego te lo cuento.
¿Qué traba encontré? = Lluvia y cielo gris durante casi todo el tiempo que no me ha dejado hacer buenas fotos.
¿Qué me agradó? = El paisaje tan bonito aun con la variedad del entorno. Halong Bay es una pasada así como remar un poco entre sus islotes. Las tumbas imperiales. Las clases de cocina. Los paseos en moto por Sapa. Y, sobre todo, la amabilidad de la gente y la educación de los críos.
¿Qué me disgustó? = El tener que salir  un poco a veces de la espiral de enganches entre taxistas, conductores de buses, excursiones y hoteles y el no cumplir el horario de los buses. Nada serio, la verdad.
¿Qué medios usé? = Autobús, tren cama, minibús, Xe om o mototaxis, taxis, ferries, moto alquilada, barco alquilado, avión.
¿Kilómetros recorridos? = 604 en avión, 35 andando y 2.051 en otros.
¿Qué lado conducen? = Derecha.
¿Precios? = Hoteles decentes por 8 euros, gasolina 82 ct/lit, botella de agua 20 ct, comer en restaurante medio 8-10 euros, en la calle por 1 euro tu kebak, 0,5 € por bocata. Tren cama: 30 euros unos 400-500 km.
Curiosidades = Encuentros muy oportunos con gente de Vietnam y de fuera. Como las motos te echan de las calles y aceras. Jugar al fútbol en un colegio de Sapa, en el norte. Clases de cocina caseras y cocinar yo tortilla española y ensalada. Muchos turistas en Saigon. No poder mandar una caja por vía postal por contener un pen de memoria, CDs no comprados aquí y monedas sueltas.

lunes, 12 de diciembre de 2011

CHINA, A DEBATE.

Dinamarca. Septiembre de 1995. Allí se encendió una centrifugadora que, aun bajando sus vueltas, sigue revolviendo pensamientos, creencias, valores y vivencias. Hasta esa fecha yo también era de los que decía “como en España en ningún sitio”. Y, también como la mayoría de los que la predican, apenas había pasado de Despeñaperros. Y posiblemente hasta sea verdad –de hecho aquí vivo- pero es una afirmación que necesita ser manteada para comprobar su resistencia. Y Dinamarca supuso ese primer revolcón. Para mí, es la esencia de viajar; descubrir rasgos distintos  de culturas, palpar sociedades que se sustentan en valores totalmente dispares (consumismo, jing-jang, familia unida, éxito profesional, lujo, religión, educación y respeto…), jóvenes con formas tan dispares de divertirse, diversas concepciones del sexo, conversaciones políticas, etcétera. Así, cuando te sobran adjetivos para ensalzar tu dieta mediterránea, descubres otros ingredientes más nutritivos y hasta un horario de comida más lógico y sano. A lo que en tu país llaman tirar el dinero, no muy lejos le nominan alquiler e independencia desde jóvenes. Allí donde el estudiar prima por encima de todo, te topas con que la investigación es una alternativa tan válida o más. A un lado de la frontera un hijo puede ser el rey de la casa y al otro lado ser un estorbo y un gasto cuando son muchos. Crees que el arquitecto Educación, el delineante Sociedad y el obrero Familia han creado unos pilares perfectos. Y, de pronto, levantas los ojos, abres la rejilla de tu mente y los ves tambalearse. ¡Qué mareante y qué bello a la vez!
 
 
Y China es de esos sitios referidos que te hace reflexionar. En muchos sentidos. Para empezar porque tienes que integrar dos conceptos a los que no estás acostumbrado. Las variables distancia y gente entran en juego. No solo para el turista que echará días en ir de ciudad a ciudad, que andará kilómetros para llegar a una parada de metro o que tendrá que quedarse en el hotel porque no hay disponibilidad en vuelos o trenes, sino para la vida aquí. Se comprende (lo que alcanza uno a comprender en 20 días, claro está) que desaparezca nuestro querido “espacio vital”. No esperes que respeten tu sitio cuando se desplazan a la vez millones de personas en una ciudad. Olvídate del “sorry”, que recibirás codos, empujones y respiraciones por todos sitios. No hay otra manera. Serás un espécimen raro por ceder un sitio o esperar el verde en un semáforo. El despierto conseguirá un puesto de trabajo, una beca, o un asiento de bus. Que el adormilado no espere consuelo. No hay tiempo para ello. Y, a más alta escala, así se diseña la política económica (¿quién dijo microeconomía?), la educación (resultados globales), los transportes (capacidad y disponibilidad antes que seguridad y comodidad), la televisión (más de 1.000 canales de TV), la vivienda (rascacielos de todo tipo), todo….

Aun así tienes claro que el mejor sistema económico es el de total libre mercado, que la política occidental es la más acertada, que la gente es más libre y feliz en Europa, que no hay resquicios en nuestra sociedad y que somos más avanzados. Pero. Espera un momento. ¿Ese mismo occidente superior no es el que provoca movimientos como el 15M en contra del sistema político, electoral y representativo; el que sufre ratios de desempleo que se pasean amenazantes más allá del 20% y el que alentó una burbuja inmobiliaria y económica tan irreal como devastadora? ¿Y ese oriente deslavazado y atrasado no es el que se aprovecha de ese fair-play comercial, el que acaricia el cielo con edificios por doquier, el que expande su población por el mundo alcanzando unas reservas de divisas capaces de arrasar en un monopoly de deuda mundial y el motor industrial actual del planeta? Inevitablemente, te surgen las dudas. Analizando todo esto, me detengo en la gente y -aceptando el margen de error de toda generalización- no los ves tristes. Pero ¿esto no era un país pobre, corrupto e injusto? Ves vagabundos y gente pidiendo pero la mayoría viste bien, trabaja y aparenta normalidad y buen estado. Así que meto un poquito el dedo en la llaga y decido preguntar a los que me encuentro y a los que me encuentran. A años luz de ser una encuesta representativa, te pones del lado de los vetados Facebook, Blogger o Youtube, y dejas que la gente exprese su opinión.
 
 
Como Coli, que se presenta como contable pero que en la realidad sus cuentas resumen la gente que consigue timar. Mientras intenta sin éxito incrementar su contabilidad me cuenta que es una excepción en China  porque tiene dos hijos. La igualdad ‘una familia = un hijo’ puede transformarse en: ‘una familia, varios hijos = pérdida de ayudas, multas económicas y puede que hasta el despido en el trabajo por mala publicidad para la empresa’. Así pretende el gobierno alcanzar en el 2050 un punto de inflexión en su curva demográfica que cederá generosamente la primera posición de población mundial a una desbocada India. Es la contrapolítica al concepto maoísta ‘a más gente más fuerza’ que recuerda, Gang, coordinador de profesores en un centro escolar pekinés y enamorado de los dichos populares. En su despacho y rociados del aroma de un té relata las diferencias sociales de su país y lo difícil que es que te reconozcan tus habilidades laborales. Algo que no comparte la amiga apodada Eva. China de nacimiento pero habiendo vivido durante muchos años en Europa y EE. UU, representa esa nueva clase media floreciente. Justifica su vuelta al país para vivir in situ el momento histórico por el que pasa el desarrollo de China en este momento y al que contribuye con su pequeña empresa. Invita a la gente a venir y cree que es un momento de crecimiento enorme y de grandes oportunidades para todos, ricos y pobres. En cierto modo algo parecido a Carol, estudiante de abogacía de 22 años y loca por los mitos de Hollywood, que pertenece a esa joven generación que se topó con el tren ya en marcha y que define a China como “extraña”. Su madre le corrige; "de 20 años acá el país no hace más que crecer. Y no tiene visos de detener su ágil marcha". Un ritmo algo acelerado y descompensado según Caoyi Li, ingeniero mecánico y aspirante frustrado a una beca en Alemania. Enuncia sin reparos que está orgulloso de su nación y de la mutación actual. Aun así, airea sin tapujos que tampoco es oro todo lo que reluce; el gobierno controla los índices de desempleo, crecimiento, tasas de cambio y las maquilla a su antojo por lo que no los considera totalmente fiables. En cierto modo como un amigo anónimo que cree que China ha iniciado un camino sin retorno en el que o bien triunfa sin competencia o bien la velocidad resquebrajará la nación por el descontento de esos sectores desfavorecidos.
 
 
Más voces que prefiero no identificar secundan ese comentario del desequilibrio social interno. Más aun, parece que no es extraño que a la construcción de un gran edificio público le siga la detención del político o responsable de turno por malversación. La corrupción es un virus que se extiende por cada rincón y hay quien se lo acepta sin más, como es el caso de quien se  esconde bajo el apodo de Jackie, que necesita juntar 12.000 euros para obtener un visado y salir del país. Dinero que recibiría a su vuelta, eso sí. Algunos expatriados, desde su punto de vista, coinciden con David en sentir que están “en la cresta de la ola mundial”. “Aquí se mueve mucho más dinero del que puedas nunca imaginar” titulaba Víctor y. aunque hay gente como David y Dani que también han sufrido los efectos del recorte presupuestario, la mayoría siguen apostando porque China ascenderá, vanidosa y sin volver la vista atrás.

Supongo que sigo en la creencia de que nada justifica la censura, el recorte de derechos y el hermetismo político, pero admíteme ese “supongo” cuando ves que si estuvieras aquí tendrías trabajo, tu ciudad no pararía de extenderse, el país pasaría por un crecimiento desbordante, tu futuro sería esperanzador y tu hijo/a podría formarse en alguna de las muchas universidades chinas.


PD: Incorporo (y se aceptan colaboraciones) una posdata de dudas existenciales. La primera surge en esta región: ¿Cómo le dices a un chino que tienes que volver a tirar la foto porque ha salido con los ojos cerrados….?

jueves, 1 de diciembre de 2011

CHINA. MADE BY CHINESE.


A textile manufacturer decided to register the label “Made by Chinese” instead of the -according to him- ‘not so welcome’ Made in China. I believe this is an excellent example of how China is changing. Likewise this businessman, China is turning from undeveloped to up-developing country. Everywhere you go you can see proofs of modern infrastructure. Buildings, roads, stadiums, parks are done at a huge scale all around. New technology gets now to any single corner. University and college campus are simply massive. And the main points of tourist interest receive rivers of mainly inner visitors but also more and more overseas and worldwide backpackers.

Indeed getting to Beijing was exciting. From the plane you see how large it is. There are many Chinese tourists and some foreigners all over. Tian’an men square is, once more, immense. So is the Forbidden City, however I was not so impressed there as at the Great Wall. You can go to several gates. Despite it took me hours to arrive there (using local public transport is both madness and funny), I followed Carol and Lole’s suggestion and went to Mutianyu. The fact that I was a bit far and the misty day, provoked we were just a very few visitors which was wonderfully weir. The wall it is amazing. I even took a toboggan ride on the way down. Then Summer Palace became a star on the trip due to the place itself and the company of Hongyan (my friend Liu,’s friend) who told me so many good things about this challenging China. After Beijing, I took the night train to Xian. I was the only foreigner in the train so I became the attraction there. A bit of English there, a bit of Chinese there (Graci luckily gifted me a conversation guide book) and smiles and mimic&gestures brought along a memorable night with many jokes, nice comments and even gift exchange.

Xian, a forgotten city before a field worker found some terracotta soldiers while looking for a water well, is also a nice and cosy city. Besides, the Terracota Soldiers Camp is breathtaking. Soooooo many and well preserved despite they are 18 centuries old. Despite it was no my first idea, I afterwards travelled to Shanghai (or was it Manhattan?) where I had the honor to stay in Lole, David, Enrique & Spiderman’s home. So well treated by this Jaen-Málaga family who decided to work abroad three years ago. Many thanks, once more. Next stop was Shenzhen. Many people asked me why to go there as there is nothing to see. But I knew there was a lot to meet. And I was not wrong. Neither were them. Not many sites to see but I had the chance of playing basketball with university students, I shared  a day tour with another guy called Juan, I enjoyed living for four days with Liang and met his wife and I had a lovely day also with Liu. All of it organized by my friend Liu Qiong, professor at the Shenzhen Universtity who did ease my way in China a lot. Millions of Xié xie, Liu. The last days I stayed in my first (of many oncoming) youth hostel, in Kunming. From there I have been to the stunning Stone Forest in Shilin and two peaceful days in Dali where I, by mistake, joined a family meeting celebrating a girl birth. I could not leave until I ate and drank a lot, despite they did not speak a single word of English… Really great.

Fast China goes, fast Chinese people go. Coming from quiet and supra-respectful Japan, when you arrive to China you really need to get to it. China runs its economy (inflation, growth, rates, employment, exchange rate…) beyond the rest of capitalist economies’ rules. Pollution world agreements, human rights, currency exchange policies are looked after but only after nation economy goals and government targets are achieved. First China, later we will see. Fair enough. This is somehow manifested in the people. Regulation at subways tell you “disembarking precedes embarking” but this will never happen. You better get off quickly; otherwise you will be pushed in again. In the street, green or red is same color for drivers. It will depend on the size, preferences for lorries and buses, then cars, then motorbikes and bikes and pedestrians better find their way. In the bus, people run to grab a seat, people talks loud on public spaces or means of transport, lining up is only for tourists… You may like or not, but it seems there is no other way. More than 1.300.000.000 citizens (add some illegal 50 millions) is a big lot and competition is around every corner whether the matter is insignificant like getting a bus seat and a restaurant table or crucial such as accessing a good job or getting a grant to study abroad. Indeed, when you are in China you have to add two more variables to your equation: distance (from subway station to station easily 1-2 kilometers; trains city to city may last 1-2 days) and population density (may have to wait two or three metro trains to get in at peak hours; have to book transports in advance to be on the safe side; popular restaurants will mostly take reservations only). This is China and this is why China nowadays speeds up. They are active, energetic, curious, ready to action, brave, hard workers (Sunday off, what is it?), tricky (naughty sometimes) and…. Millions!!. So that, who will stop this car now?

China goes really fast


But it also leaves somethings behind on the way to the top


Needless to say, this was my impression after only 3 weeks. By no mean, this could be taken very seriously as there is no time to know a country in such a short time. Furthermore a country so extended in so many ways.    
  Tips:

*I saw? = Beijing (Great Wall, Forbidden City, Summer Palace), Xian (Terra-Cota Warriors), Shanghai, Shenzhen, Kunming, Shilin (Stone forest), Dali

*I slept? = 7 daysinn hotels, night train hard sleepers, Lole & David’s apartment (xié xie), Liang Jiang’s (xié xie as well), youth hostel.

*I ate? = Sheep meat on fondue, pork meat, yangrou pomo (soup with lamp, onion, transparent tallarins, bread and more), hala tang soup, dumplings, you tiao (churros!!) and quadszo (¡pipas!) Beijing duck, sharp wing soup, flowers, pink eggs.

*Troubles? = Getting lost as lack of language understanding. Almost been robbed.

*I met? = Hongyan (Liu’s friend/cousin at Beijing) helped me a lot the first days. Also Ji Quin was a good asset in terms of hotel bookings. Lole & David kindly hosted me for two days (and paid for my drinks whenever I used to throw out my money on the street) Jiang Liang so friendly shared his apartment with me for some days. I even met someone called Juan like me. And Liu has looked after me the whole time spending a lot of time on the phone, on the web and praying for me. I am so glad we finally met 16 years later!! The family who invited me to lunch at their birth party.

*Like most? = There are many millions of Chinese people so all kind of. Most of them friendly, though. I had really good time and chats with some of them. The Great Wall and the Terra-cota Warriors. Summer palace chat and misty walkabout. Night train from Beijing to Xian. Xian Hui neighborhood. Stone forest. Chinese food. Peaceful stay in Dali.

*Disliked most? = Again many people and several of them trying to get money from you and will not help when looking for directions or assistance.

*Transport means? = Train, metro, taxi, bus, plane, tuc-tuc and walking.

*Side they drive? = Theoretically on the right despite the whole road is fine to go. Traffic lights are just decoration items; no mind which color.

*Bric-a-brac? = Many many people asked me to take pictures of me or with me. Look like western and there hardly bald people here so I was kind of attraction. I was led to a tea house and they tried to hugely overcharge me but did not eat the bone. Took the magnetic train to Shanghai Pudong airport that reaches 431 km/hour. Also, it is funny about the names. Juan is also a Chinese name so they get weir when I introduce myself. Also people here has an “English name” to make it easier for foreigner. It is not a phonetic or official translation but rather randomize name. I have met men called Jackie.

*My Prices? = Hotel room: 20 € (last days managed one for 6 a night). 1.000 km hard sleeper night train ticket: 37 €. Food: 3-5 €. Bottle of water: 0,3 €. Taxi /10 minutes): 2 €. Metro: 25-50 €. Petrol: 87 cents/l.