martes, 22 de noviembre de 2011

JAPÓN, ENTRE LOS SENTIDOS Y LOS CONTRASTES


LO QUE NOS CUENTAN DIEGO Y MARIBEL: 

Hace honor, Japón,  al título: colores, sabores, sonidos, sensaciones, comportamientos e imágenes muestran un país plagado de contrastes entre el peso de lo tradicional y la modernidad.

Los colores del otoño, con su gama de rojos, ocres y amarillos de los bosques de Nikko aparecen entre los templos abrazándolos en la conjunción de la naturaleza y los templos como construcción humana. La naturaleza vegetal, animal y la obra humana la encontramos en los bosques de Nara con sus ciervos entre la gente pidiéndote galletas, que a veces te arrebatan sin darte cuenta. Los templos Zen de Sanjusangendo y el pabellón de plata, Ginkakuji de Kioto etc. conviven con las luces de neón del cruce de peatones famosísimo de Shibuya, de Gión, del barrio de la electrónica de Akihabara… Los colores y las diversas formas  de vestir de los jóvenes. 

 
                                          
Japón también es Takayama, entrada a los Alpes nipones, donde se pueden observar las famosas casas de techumbre de paja, gassho-zukurii,  de Hida  - No Sato y… Kioto: su barrio de Gión, el puente de las “Maiko”, sus farolillos, sus templos de la zona oriental, antes citados, y en la occidental con el Kinkaku-ji, pabellón de oro, que se mira en los destellos dorados del estanque cuando el sol le ilumina… por todo ello suscribo las palabras del poeta Matsuo Bashô enterrado en Kioto: “Siento nostalgia de Kioto incluso cuando estoy en Kyoto”, este bello sentimiento es aplicable a todo Japón.
           
¡Ah¡ y de despedida, al marchar, un regalo: por la ventanilla izquierda del avión, la silueta esbelta, digna, imponente, sobre las nubes, del  Fuji, para continuar, en el atardecer, sobre Siberia, cinco horas de bellísima y encendida puesta de sol, casi hasta Moscú.
             
 
Con ser tan hermoso lo descrito, llama especialmente la atención y te cautiva el grupo social que habita estas preciosas y  siempre verdes islas,  sus normas, sus comportamientos, su belleza física, las soluciones para todo, el aspecto  “anticuado” de sus transportes, por otro lado los más rápidos y cómodos del mundo, el formato de sus automóviles, pesado y un tanto “antiguo”, pero portadores  de las más modernas tecnologías y adelantos, taxis con los asientos cubiertos de encajes. Sus casas muy numerosas, de dos plantas,  conviven en las grandes urbes con encendidos rascacielos y espectaculares vistas de sus torres, puentes y trazados de trenes aéreos que atraviesan las ciudades en todos los sentidos y con una puntualidad rigurosísima.

Si observas la estética física de sus habitantes te encuentras ante la tesitura de la más fina elegancia y belleza de cuerpos y rostros o bien, según la etnia, rostros redondos, huesudos y poco agraciados, no cabe término medio.  Si, en efecto, lo que más me ha cautivado es sus gentes con esa amabilidad de comportamientos refinada, su disposición a ayudar y serte gratos, su ceremonial de saludos, su organización funcional, su culto por la tradición a la par que un entusiasmado delirio por lo electrónico y moderno, sus soluciones previstas para la más mínima necesidad, su cuidado urbanismo, la limpieza de sus calles y transportes.

            
 Gustan de vestir con colores blanco y negros, un tanto formales, pero a la par encuentras chicas ataviadas  con zapatos de muñeca, lazos en la cabeza y bordados en sus vestidos de color rosa. La formalidad del blanco y negro queda rota por el respeto a la libertad individual y personal que muestra atrevidas minifaldas negras rematadas por encajes y cuyo físico va profusamente maquillado. Las viviendas, en su interior se reducen a la expresión más minimalista, diseñadas en madera de finas líneas, sin muebles... Llama igualmente la atención su amor por la naturaleza y sus colores, su sentido barroco de la decoración en calles, escaparates, templos frente a la elegante sencillez de sus viviendas.  A veces llegas a pensar que no estás en el planeta tierra, que son gentes venidas de otro lugar espacial, es el sentimiento  que he tenido como  observador español. 


Todo ello te cautiva y daría para una tesis socilógica,  pues al lado de tanta corrección, puedes perder algo que lo encontrarás en el mismo sitio al día siguiente, te quedas sorprendido de que nadie saluda al entrar a un ascensor o que la distancia queda definida claramente si pretendes traspasarla. Son tímidos, pero afables, apenas saben hablar inglés, pero se esfuerzan por ayudarte y sufren  si no lo logran.

La aceptación de  la norma social es su máxima, pues ésta queda referenciada en relación con el concepto de ciudadanía,  nadie pasa una calle si el semáforo está en rojo, aunque no haya circulación, nadie arroja un papel, ni una colilla…. y por otro lado la libertad en su forma de vestir, de creencias (conviven el budismo y el sintoísmo, a veces en el mismo templo), o  la  consideración y el respeto hacia el otro diferente, el gusto por  agradar…. te invitan a analizar, a  pensar y aprender.

 ¡Qué pena que esté tan lejos Japón!

UN PEQUEÑO APUNTE  DE MATI:

Arte, religión y pasión confluye en los jardines japoneses. El valor estético de las plantas se une al valor simbólico que sus grandes poetas y pintores le dan: los ciruelos, para expresar la belleza; los cerezos, lo efímero; el pino y el bambú simbolizan la longevidad. Cuando contemplas cualquiera de sus jardines quedas extasiada ante tanta belleza. 
             
Estas maravillas creadas por ellos, cuya gama de color varía a lo largo del año  gracias a la suerte de disfrutar de las cuatro estaciones, claramente diferenciadas,  conviven con la flora que la naturaleza les obsequia: grandes extensiones de hermosos y abigarrados bosques. Admiro a este pueblo que cuida tan civilizadamente de los seres vivos que nos acompañan y que han logrado que armonice con grandes y cosmopolitas ciudades, técnicas avanzadas, obras de arte antiguas y modernas y todo tipo de diversiones.

           Todo esto acompañado de una amabilidad no fingida por parte de sus ciudadanos, hacen que te quede un  gran deseo de volver. 

¿Y AHORA QUÉ CUENTA GRACI?

Varios de vosotros me habéis preguntado, cuando os contaba cosas de Japón, qué es un Onsen o qué es un Ryokan; ambos los he disfrutado tanto como visitar las ciudades y nutrirme de todo lo que hay en ese cautivador país. 

Un ONSEN JAPONÉS es un baño de agua caliente, en ocasiones aguas termales, en medio de las montañas, rodeados de vegetación, cipreses, abetos y arces, donde se respira la naturaleza en su estado más puro. Son los baños públicos donde los japoneses se relajan, es el pasatiempos tradicional después de una jornada dura de trabajo, quizás una de las actividades más saludables que puedes realizar allí.  Son baños de agua a unos 40ºC donde se eliminan toxinas y se purifica el cuerpo,  por allí dicen que tiene propiedades terapéuticas, además, y eso lo confirmo yo, de que te quedas bien relajadito. 

Nosotros no pudimos bañarnos en ninguno de las montañas, cosas de viajeros y turistas, pero si que lo hicimos, chicas a un lado y chicos a otro, en la última planta del hotel de Kyoto. Allí disfrutamos,  primero de un aseo bien intencionado, cada uno con su cuerpo como bien decía Mati (que lo probó una noche antes que el resto) y después a relajarse en ese agua caliente con el cielo estrellado como techo. 

¡¡ Un verdadero placer!!

El RYOKAN es la esencia de la hospitalidad japonesa. Es el alojamiento tradicional y de estilo japonés que ha sido conservado a lo largo de muchas generaciones. Aquí se contagia a los huéspedes la serenidad, la calma y la buena disposición de los que allí trabajan. El encargado te recibe a tu llegada para mostrarte la habitación y todas las instalaciones del ryokan, los baños públicos, el comedor y los salones. Lo primero que es obligatorio es desprenderse de los zapatos, los suelos son de maderas y tatamis (esteras cuidadosamente terminadas y rematadas) donde es una ofensa pisar con zapatos. Hay que ponerse unas zapatillas que tienen perfectamente ordenadas y dispuestas para su uso, o ni siquiera zapatillas, cuando de pisar el tatami se trata, hay que disfrutarlo con los pies descalzos. 

Las habitaciones están decoradas al estilo tradicional, paredes y techo de madera con enormes ventanales y puertas también de madera y papel de arroz. Los tatamis están extremadamente limpios y tienen una fragancia especial a naturaleza. Escasos muebles: una simple mesa con una bandeja de té caliente y dulces en señal de hospitalidad, sillas carentes de patas, cojines y futones para dormir colocados directamente encima del tatami.

Y para estar aún más cómodo, tienes a tu disposición un yukata, es un kimono de algodón que te hará sentirte como un verdadero japonés.

¡Gracias, Maribel y Diego, por nuestra (de Juan Diego y mía) primera noche en Kyoto!!  


* NOTA: Suplemento especial escrito por  4 grandes acompañantes de este gran viaje.  Gracias viajeros!

3 comentarios:

  1. Hola Diegooooo. No sé si te habrás ya informado en las ediciones digitales de los periódicos " La voz de Bankok", "Tokyo Times", "La gaceta de Pekín" o alguno de los que andan por ahí; pero la gran noticia es que he quedado subcampeón del torneo de padel de la ONG Cooperación en Honduras (4ª Categoría). Estoy molío, nunca he jugado tantos partidos en tan poco tiempo. Pero bueno, todo sea por la causa.
    Un abrazo campeón y escribe pronto que la tele está muy aburrida.

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  2. Muy buenas. Ya sé que han pasado unos días pero es que he estao liao.
    En esta ocasión creo que corresponde felicitar a los autores solidarios de este post. Muy buena idea la de compartir la autoría.

    Tal vez (seguro) que Japón es tan especial porque precisamente... Está tan lejos. Aunque ahora, para Juan Diego, España es la que está mu lejos.

    Un abrazo a todos.

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  3. Tienes razón Ilde. En este caso toca felicitar a los autores de este post, que han logrado compartir con éxito todo lo que aquella tierra taaaan lejana les ofreció.

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