“BUTÁN: ¿MITO O REALIDAD?” sería
el título de este cuento. Y es que unca lo sabrás. Podrás estar días enteros
aquí y preguntar a los guías repetidamente que nunca descubrirás el secreto. Te
lo explicarán, te responderán, te contarán y aun así no lo entenderás. Bután es
un escondido país que siempre estuvo ahí. Tibetanos y mongoles sucumbieron de
conquistarlo y lo respetaron, China no logró entrar y Gran Bretaña –dueños de
India como colonia- tan solo robó un trocito del sur y aun hoy paga una indemnización
por usurpar el país de los gurús. Una apartada tierra que se extiende
abruptamente por el sureste de los Himalayas y que estuvo en su momento
dividida en condados hasta que un gurú decidió unificarlos y formar el reino de
Bután. Dicho gurú vino acompañado de truenos, por lo que se le conocía como
Thunder Druk, dragón del trueno. Está honorado de esta manera en la bandera bicolor
nacional. En capítulos como éste se diluyen conjuntamente realidad y
mito. Dicen que las leyendas están para creerlas, no para entenderlas. No
obstante, para aquellos más terrenales, extenderemos aun más el manuscrito de
la historia de Bután.
En las paredes del templo del
Dzong de Punakha se recogen las ilustraciones que narran la vida de Buda, allá
por el siglo VI AC. Su madre, reina de las tierras que ahora llamamos Tibet, no
podía tener hijos hasta que una noche recibió la visita de unos ángeles que le
concedieron fertilidad. Embarazada poco después, dio a luz a su hijo de camino
a su palacio pero no de forma natural sino de una de sus costillas. El bebé se
levantó y dio 7 pasos tras los cuales surgieron 7 flores. Asustado por estos
hechos y su potencial poder, su padre (su madre murió 7 días después de dar a
luz) decidió encerrarlo en su palacio. No le faltaba nada pero no podía salir
de ahí. Ávido de conocer, con 25 años salió del palacio. Le desconcertó tanto
encontrar una mujer dando de mamar a su bebé, gente enferma y madres llorando que
decidió irse escaparse a la edad de 29 e irse a meditar. Se habla incluso que
subió al cielo a hablar con su madre y volvió con nuevas enseñanzas. A la edad
de 80 años, dio sus últimas consignas a sus discípulos para que extendieran sus
creencias y apagó de un soplo sus ojos. Pues bien, está contrastado por los
ancianos del lugar que en el siglo VIII un descendiente de esos discípulos, el
Gurú Dorji Dorlo, divisó la fértil tierra de Paro desde su imponente tigre
volador. Admirado por la belleza del lugar, decidió posarse en un angosto
recodo de un vertical macizo de piedra y crear su nido. El tigre resultó ser
una tigresa que luego se convirtió en su bella pareja. Las enseñanzas del gurú aglutinaron
seguidores recorriendo valle tras valle. Así llegó el budismo a Bután, el
Budismo Mahayana. Para conmemorar este hecho, en el siglo XVII, Gyalse Tenzin
Rabgye construyó el Monasterio del Nido del Tigre (Taktasng Monastery) que
cuelga literalmente a escasos metros de la cima de un tajo de 900 metros de
caída. En la actualidad, todos saben que Gyalse se ha reencarnado en un
niño que se educa adecuadamente en un monasterio de Thimpu. ¿Qué es entonces
mito y qué es realidad? Decides dejar que tus ojos te saquen de la duda y pasas
al siguiente capítulo.
Tras tocar con los dedos las
blancas cimas de los montes más altos del mundo, pones pie a tierra en Bután en
busca de una fría terminal que no encuentras. En su lugar hayas coloridas
banderas, alfombra roja, gente vestida con trajes regionales, una pancarta
enorme celebrando el reciente enlace real del V Rey de Bután y un precioso
edificio blanco con vigas y columnas de madera, tejado de dos aguas y dibujos y
adornos florales generosamente repartidos. Como esto es un cuento y no un
viaje, no buscas un metro o un taxi, sino que te recoge tu guía y tu conductor
particular, ambos con uniformes tradicionales. No está permitido viajar por
libre para preservar el valor cultural del país. Tshokey y Thiaang (no hay
apellidos en Bután, eso es muy terrenal) te llevan a Paro y descubres que todas
las casas tienen el mismo estilo de construcción y sus adornos variados. Para
que no se rompa la magia de este encantamiento, la ley obliga a funcionarios y
empleados de turismo a vestir con el traje nacional, el Geho, (una pieza de
parte superior cruzada y parte inferior de falda y calcetines altos) y a las
construcciones seguir el mismo estilo florido.
En este feudo de leyenda, donde
se respira un aire limpio privilegiado, todo avanza a una velocidad distinta.
Animales y coches en ambos sentidos comparten por igual una calzada de un
carril que serpentea hábilmente entre monumentales montañas verdes. La
gente, de ojos rasgados y tez morena, transmite paz y amabilidad en un más que
correcto inglés. Los templos y estupas se reparten repetidamente por un tablero
de rica flora y particular fauna. Los manuscritos religiosos cuelgan por
doquier en distintas tonalidades. Los monjes y escuelas budistas impregnan
el ambiente de una espiritualidad contagiosa. Y hasta la actividad
administrativa se camufla en fortalezas encantadas que, bajo el nombre de
Dzongs, comparten con los líderes budistas locales. Pinceladas que forman
un cuadro único y mágico donde reina una armonía absoluta.
Bután es una ficción que hay que
disfrutar con calma y con intensidad. Las cámaras de velocidad dan paso a
paneles del tipo “this is a highway, not a runway” en una escueta carretera de
carril y medio que te recuerda que el límite de velocidad es de 40 km/h en todo
el país. Los semáforos no existen en Bután como tampoco tienen cabida
injerencias de nombre Mcdonald’s o PizzaHut. Las rutas de trekking por los
Himalayas están impregnadas de una evasión que te envuelve sin darte cuenta. El
cemento no le ha ganado la batalla al adobe compactado. Ni el jacuzzi a los
baños de piedras calentadas al fuego. En este escenario teatral, los coches no
son Suzukis sino seudónimos indios bajo el logo de Maruti Suzuki. Y el animal
de esta fábula, el Budorcas Taxicolor –coloquialmente Takin- no proviene de la
evolución animal sino del milagro de Darukpa Kinley que, tras comerse una cabra
y una vaca, unió los huesos y les dio vida en la forma este curioso mamífero.
Además, no hay cuento que se precie que no tenga al padre del rey casado con 4
hermanas y al propio rey más querido por sus fieles que al propio jefe de un gobierno
estrenado en 2008.
Es cierto que Bután es un relato
fantástico muy bien encuadernado por un gobierno que controla casi todos los
aspectos estéticos y las licencias. Es también verdad que la etiqueta de la
novela de Bután marca un alto precio y que se adivinan incipientes tendencias
de negocio y que todo eso le resta MAGIA a este reino encantado. Pero es que
tiene tanta…
Increíble historia. Tenía varias cosas que preguntarte sobre éste país, del que en tu anterior entrada, habías hablado, pero del que me quedaban mil dudas, ya que quería saber de la parte que no se lee en los libros de historia...quedaron aclaradas.MAGIA, gran palabra para describir, en éste caso, un país...
ResponderEliminarCuídate y sigue deleitándonos y poniéndonos los dientes largos a los que seguimos tu sueño a través de una ventana del trabajo...
¡Es un hermoso cuento! El joven Sidharta, aquel que nada más nacer hizo crecer con sus pasos 7 flores de loto no se podía imaginar que fuera de palacio la vida era tan distinta a la que vivía dentro de sus murallas. Su padre, después de mucho insistirle, al fin le dejó marchar y él pudo comprobar que el sufrimiento, la enfermedad y la muerte también formaban parte de la vida y no sólo la belleza de los jardines y la música y bailes del rey… por eso dedicó su vida a meditar y a transmitir su mensaje: que no debemos creer cualquier cosa porque nos lo impongan, sino porque están de acuerdo con nuestras propias experiencias, que debemos aceptar esa verdad y vivir acorde con ella.
ResponderEliminarEl salió de palacio para no volver más y dejarnos su valioso mensaje. Ahora solo queda que nosotros, también salgamos de nuestro “palacio” y observemos el mundo tal y como es… para poder seguir adelante, y ¿por qué no? Hacer crecer flores también a nuestro alrededor…
¿Mito o realidad? Tanto allá por esas tierras como por aquí, vivimos sumergidos en ambos mares…
Pues me alegro de haber contestado con este mensaje a tus dudas Edu. Supongo que algo influenciado, empecé a redactar el texto todavía incluso en Bután (siempre escribo una vez salido del país) pero por dosificarlo un poco, que el de Japón tendrá una connotación especial...
ResponderEliminarMon, así es. Tus palabras, además, se asemejan mucho más que las mías a las ilustraciones del templo donde se narra esta historia de más de 2.600 años de antigüedad. Aun no sabiendo de colores, se te da bien "pintar con palabras..."
BC
Encantador y dulce pasaje.
ResponderEliminar¿Lo que intentas explicar, aunque como más o menos dices al final "...el lugar tiene mucha magia", es que te ha resultado un pelín artificial?
Evidentemente en el país hay electricidad pero ¿llega a todos los rincones? En los templos no habrá ¿no?
Bueno, te dejo que seguro que estos días te estás hinchando de "aloz" y pescadito crudito.
Un abrazo.
P.D. Montse, me has dejado impresionado con tu disertación. Aún estoy pensando...
No, no Ilde. Sin duda trabajan para tenerlo así y es su atractivo. No tiene templos más bonitos que los de Vietnam o Kyoto pero si lo hace especial que haya varios monjes y, si acaso, unos cuantos turistas de paso. Por ejemplo, ayer en Nikko, patrimonio de la UNESCO también, estaban muy guapos los templos pero ahí que íbamos los grupos de turistas de un lado para otro (y eso que no era ni fin de semana). En Bután el silencio y la tranquilidad acompaña el monumento, el paseo o el camino.
ResponderEliminarLa electricidad exportada es su mayor fuente de ingresos nacionales seguida del turismo así que problemas de luz ninguno. Llega a todos sitios y a todos los monasterios y templos por muy escondidos que esté. Incluso está a 220v.
Y arroz sí que me he hinchado a todas horas, hasta para desayunar. Es como nuestro pan en España, acompaña a todas las comidas. Aquí en Japón apenas he comido así que descanso en ese aspecto. Eso sí, he comido pulpos vivos a la plancha, sopas raras, intestinos, hígados y lengua de cerdo....
Lo he leido y me ha parecido estar allí... mis ganas!!! gracias por compartirlo sobre todo por lugares tan inaccesibles como este. Un abrazo y seguimos en contacto
ResponderEliminarFelipe Roman
precioso capitulo... debe ser otro mundo.. y como cada uno pregunta sus inquietudes y has hecho referencia a la fauna,,, el tema insectos y mas concretamente cucarachitas que tal????
ResponderEliminarbesos y sigue disfrutando de tu aventura
preciosa la leyenda, te hace pensar en tantas cosas.........
ResponderEliminarmon, me encanta tu comentario
besos juandiy comete el mundo
Pues me alegro de que os guste Feli, Angu, Peri y de poder transmitir siquiera algo de lo a uno le rodea estos días.
ResponderEliminarÁngela, la verdad es que no he visto muchos insectos aunque en Bután tuve que cambiar de habitación en un hotel porque estaba encima de la cocina y eso animaba a tus amigas las cucas. Cuando llegué al cuarto tras el día dando tumbos tenía unos cuantos "visitantes" dándome la bienvenida. Eso sí, son más chicas que las de ahí....
BC
Fantástico relato de un lugar enigmatico pero casi desconocido.,........ahora ya lo conozco!!! Gracias por concretar mis ideas del más que bello país de Butan. Me ha nacido la idea de algún día estar allí.
ResponderEliminarHola Galo. Gracia por el interés. Realmente es un sitio único en casi todos los aspectos. No demores la visita que se acabará perdiendo su encanto... Un abrazo desde el otro lado del charco
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